martes, 27 de noviembre de 2012

18th

Llevo tanto queriendo escribir, pero casi no he tenido tiempo para dedicarle a esto el ratito que se merece.

Hoy vengo a hablar de mi cumpleaños y de aquello que no pude decir delante de todos los invitados, y de la dichosa cámara que no paraba de grabar.

Tuve la oportunidad de estar rodeada de toda la gente que quiero, gente a la que considero mi familia, y que son las pocas personas con las que me gusta compartir mi tiempo y mi vida.
Me dirijo ahora a vosotros, de forma directa, como no pude(o quise) hacerlo el sábado por la noche.
Sois vosotros, los que me hacéis sonreír cuando estoy mal, que buscáis la forma de alegrarme el día si estoy triste o sabéis si no me encuentro bien.
Sois vosotros aquellos en quien sé que puedo contar cuando tengo algún problema o necesito de consejo. Sois vosotros esas personas que tengo en mi cabeza todo el tiempo, pensando en la suerte que tengo de haberos conocido.
Porque yo, sin vosotros no sería yo. No habría llegado hasta aquí, ni seguiría teniendo esos sueños y metas de futuro.
No hay nada que disfrute más que una tarde o una mañana o un rato con todos. Eso explicaría la costumbre de organizar fiestas, barbacoas, cenas, quedadas o cualquier cosa que pueda reuniros a todos.
Porque de todos he aprendido algo, me habéis aportado y me hacéis como soy, porque desde que os conozco a todos soy mejor persona, y habéis hecho por mi más de lo que podéis imaginar.

Sabéis que para mi, un cumpleaños es algo importante, y más aún los 18. No podía pedir mejor regalo que teneros a todos conmigo aquella noche, y no solo lo tuve, si no que lo pasé en grande, y ha sido una de las mejores noches de mi vida.

Muchísimas gracias a todos. Os quiero mucho.